Expo Balón CDMX

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Sobre el paseo Reforma, desde el museo Tamayo hasta el museo de Antropología se encuentra una exposición de balones creativos. Son 64 balones, por 64 artistas, miden 1.5m de diámetro.

Las piezas elaboradas, se subastan al finalizar el tiempo reglamentario de la exposición. Parte de esta subasta se destina a los artistas y otra parte se destina a una causa altruista.

Vale la pena darse la vuelta y verlos. Más información sobre la expo en: baloncdmx.com

#NoMásCiclistasMuertos

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#meduelesmexico  #yamecanse  #nomasciclistasmuertos

Es increíble lo deshumanizada que está nuestra sociedad. Hace 2 semanas que se habla del desafortunado accidente de un joven que se trasladaba en una Ecobici en Polanco. He leído varios artículos y sumados a ellos los comentarios de la gente y veo con tristeza que somos una sociedad con muchas carencias; estos espacios en vez de ser utilizados para reflexionar, educarnos, aconsejarnos y evolucionar, sólo los utilizan para atacar, discriminar e insultar.

Llevo 24 años manejando y hasta el momento he tenido la buena fortuna de no haber estado en ningún accidente. Desde 2005 utilizo la bici como medio de transporte en la Ciudad de México. Camino siempre que puedo, por lo que me considero que alterno las 3 formas de transporte de una manera equitativa.

Analizando el accidente de Polanco veo muchas cosas que podríamos aprender para evitar otra tragedia como ésta.

Este accidente refleja lo que es México: falta de civismo, educación, respeto por la vida y violación de las leyes. Podría asegurar que tristemente fue una combinación de muchos desaciertos.

Hoy en día hay quienes se muestran en contra del sistema de Ecobici, ya que supuestamente la ciudad no está preparada. ¿Cuándo lo estará?, ¿cuándo los coches dejarán de pensar que las bicis estorban y que los ciclistas encuentran la muerte por su culpa?

Señoras y señores, las colonias que tienen Ecobici se suponen ser las más avanzadas y de alto nivel económico, por ende se espera un mayor nivel educativo y respeto. Un auto que transita en estas colonias debería saber que hay bicis, que hay peatones, que NO es una zona de altas velocidades.

Pero, ¿qué pasa?, es México, a todo el mundo le vale madres, su tiempo es primero, impera la típica ley del más gandalla, ¿qué trabajo les cuesta a los mexicanos dejar pasar a un peatón, cederle el paso a un auto, no echarle el coche a una bici? Desgraciadamente las calles se han vuelto una jungla y cada quien lucha por sobrevivir.

Pero, ¿qué podemos hacer para ayudar a que no haya más muertes de ciclistas? Definitivamente no creo que quitar el sistema de Ecobici sea una opción. No podemos impedir que los ciclistas sigan circulando por las calles sólo para que no haya accidentes, si tomamos esa premisa, mejor eliminemos el uso del auto, así ya no habría choques, atropellados y mucho menos tráfico.

En mi opinión, lo que cada uno de nosotros puede aportar es:

CICLISTAS:

  • No ir pegados a la orilla, ahí abren puertas, hay coladeras y es muy fácil que un coche crea que pasa y te peguen.
  • Ocupar el carril completo que te corresponde.
  • No asumir que un coche o peatón te vio, te va a dejar pasar, o alcanzas antes que él.

CONDUCTORES:

  • Entender que la bicicleta tiene el mismo derecho que tú de estar en la calle y de ocupar un carril completo.
  • No echarle el coche a un bicicleta, aunque no lo valores, hay una vida en ese vehículo que puedes dañar.
  • No bajarte de tu coche sin mirar, hay un espejo que funciona perfecto para ver antes de abrir la puerta.

ESTADO:

  • Dejar de dar licencias de manejo hasta en la salchichonería de los centros comerciales, si no van hacer examen, al menos que entren a un audiovisual de 40 minutos con los “highlights” de las reglas de manejo.
  • Endurecer las penas para automóviles que invadan y atropellen ciclistas. -Poner la multa a los automovilístas que se bajen sin poner atención y golpeen o dañen a ciclistas. En ciudades como Chicago la pena es de $200 dólares, a lo que ellos llaman el Dooring, esto es, en mexicano, bajarte sin fijarte quién viene.
  • Ser más estrictos con qué vehículos transitan en colonias residenciales, para que trailers como el del accidente no invadan colonias en las que no deben circular.

Ojalá pudiéramos compartir los carriles o si no, el gobierno tendría que quitar carriles para los coches y ponerles vallas para proteger a los ciclistas como funcionan en la calle de Reforma, Nuevo León y Chapultepec.

Creo que la sociedad mexicana tiene que sensibilizarse más con una muerte humana, antes que nada, México perdió a un joven en un lamentable accidente, que no se merecía. Hoy en día, cada mañana que tomo la bici, pienso en él y espero que no haya sufrido, espero que esta sea una lección para todos y que evitemos se repita.

¿Estoy lista para andar en bicicleta en la ciudad?

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Por: Mireya B. Matus

Dentro de toda la novedad que para mí ha sido comenzar a vivir en la colonia Narvarte, una de las cosas que me he propuesto  hacer es usar la bicicleta como medio de transporte, al menos para los mandados básicos del hogar, dulce hogar.

Aguas con los portazos

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Cada ciclista conoce el miedo, muchos conocen el sentimiento: de que un automóvil estacionado abra su puerta y usted no tenga tiempo para detenerse. ¡Accidente!

Hay ciudades en Canadá como Toronto que quieren revisar su política de 'dooring'. Los Doorings pueden causar lesiones graves. En Chicago en el 50 por ciento de doorings, una ambulancia fue llamada a la escena. Han habido muertes relacionadas con los doorings en ​​Chicago en los últimos años. El  consejo de la ciudad Chicago  aprobó recientemente un proyecto de ley que aumenta las multas hasta $1.000. por dooring.

En Ontario, por su parte, la multa máxima para abrir indebidamente la puerta de un vehículo, o abrirlo más de lo necesario - las violaciónes que cubren dooring - es de $ 85. En 2011, sólo 118 personas fueron condenadas estos los delitos en Ontario.

En Melbourne, el gobierno Baillieu aumentó las multas en el terreno de dooring de $ 141 a $ 352.

En México, obvio nada de multas en este tema, y como ciclistas hay que estar muy atentos a que no vayan abrir una puerta. A los conductores les pedimos poner atención al bajarse, ya que podrían causar un accidente, sobre todo en las colonias de Ecobici o con ciclovías.

Aquí algunos artículos que ilustran más este tema con videos.

Chicago:

http://news.medill.northwestern.edu/chicago/news.aspx?id=221316

Australia:

Accidente por culpa del dooring:

T-Shirts para andar en bici en el DF

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Para los que andamos en bici en el DF aquí algunas opciones para ayudar a fomentar la bici en la ciudad de México.

 

Ofrenda de Día de Muertos

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El Día de Muertos es una celebración mexicana de origen prehispánico que honra a los difuntos el 2 de noviembre, comienza el 1 de noviembre, y coincide con las celebraciones católicas de Día de los Fieles Difuntos y Todos los Santos.

El festival que se convirtió en el Día de Muertos se conmemoraba el noveno mes del calendario solar mexica, cerca del inicio de agosto, y se celebraba durante un mes completo. Las festividades eran presididas por la diosa Mictecacíhuatl, conocida como la "Dama de la Muerte" (actualmente relacionada con "la Catrina", personaje de José Guadalupe Posada) y esposa de Mictlantecuhtli, Señor de la tierra de los muertos. Las festividades eran dedicadas a la celebración de los niños y las vidas de parientes fallecidos.

La muerte es un símbolo emblemático que ha causado admiración, temor e incertidumbre al ser humano a través de la historia. Por muchos años, en diversas culturas se han generado creencias en torno a la muerte que han logrado desarrollar toda una serie de ritos y tradiciones ya sea para venerarla, honrarla, espantarla e incluso para burlarse de ella. México es un país rico en cultura y tradiciones; uno de los principales aspectos que conforman su identidad como nación es la concepción que se tiene sobre la muerte y todas las tradiciones y creencias que giran en torno a ella.

 

Bamboocycles

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Visitamos la exposición Fábrica mexicana, Diseño industrial contemporáneo en el Museo de Arte Moderno, que reúne 125 piezas de diseñadores mexicanos como Fernanda Canales, Joel Escalona, Valentina González, Antonio Gurrola, Alejandro Herrasti, Mauricio Valdés, Alejandro Castro, Adán Carabes, Héctor Esrawe, Michael Kramer y José de la O, entre muchos otros.

Es aquí donde descubrimos a  Bamboocycles, no dejen de vistar esta exposición.

Leer nota sobre la exposición: aquí 

 

Bamboocycles

Bamboocycles es una empresa mexicana y se dedican a construir bicicletas con materiales como el bamboo el acero y la fibra de carbono, tiene en su catalogo el modelo UH-02. El bambú Veracruzano es tratado para aumentar la fuerza y resistencia del marco, y se acompaña de materiales como acero y fibra de carbono para hacer un frame de alto impacto. Esta construida bajo estándares de calidad altos, lo que le permite competir con cualquier firma fixed del mundo. El proceso de construcción es cuidadoso hasta el último detalle, trata de ser amigable con el ambiente en todo momento.“No sólo no contaminarás al manejarla, sino que tu bicicleta no contaminó al ser fabricada.

Diseño

El diseño es uno de nuestros principales valores, es por eso que contamos con un equipo de diseño industrial que se avoca a buscar las mejores soluciones para que la bicicleta sea lo más estética y funcional. Además todos los días trabajamos investigando la manera de hacer mejores bicicletas, más resistentes, más rápidas, a menores costos; siempre buscando que el proceso sea más ecológicamente amigable. Nuestros productos no son una tendencia, creemos que son el futuro del transporte a nivel mundial.

Ergonomía

Parte fundamental de cualquier diseño. En Bamboocycles se realiza un estudio minucioso de cada geometría para asegurarnos de que el resultado se convierta en una experiencia placentera y saludable para todos los usuarios de nuestras bicicletas y accesorios.

Selección

Por la naturaleza del bambú, nuestro equipo de producción debe seleccionar minuciosamente cada pieza que se va a utilizar en las bicicletas. Este trabajo es realizado con mucha paciencia y dedicación para alcanzar la alineación perfecta que el ciclismo actual demanda.

Trabajo a mano

La mayor parte de nuestro proceso pasa por las hábiles manos de nuestro equipo de producción. Cada bambú de cada bicicleta es tallado a mano hasta alcanzar el ajuste perfecto.

Fibra de Carbono

Para nuestras bicicletas y accesorios alta calidad. Utilizamos fibras de carbono bi direccionadas y resinas epóxicas de alta calidad para lograr una balance entre resistencia y ligereza excepcional.

Componentes y armado

Cada bambú es único, cada bicicleta es única, y por lo tanto nuestra variedad de componentes te permite armar la bicicleta a tu gusto. Ofrecemos diferentes marcas y configuraciones de acuerdo al gusto y preferencia de cada cliente.

Bamboocycles para Fondeadora de Diego C. Landeros en Vimeo.

Página Web de Bamboocycles aquí

 

Bye Bye Ríos

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En la semana me llamó un amigo, me invitó al concierto de Miguel Ríos en el Auditorio Nacional el jueves por la noche. “Mmmmmm, Miguel Ríos, obvio me suena, pero sobre todo me suena a esa música de los 80, que ni en los 80 me gustó y menos ahora”, pensé. Mi amigo es chico de trova, la cual, por cierto detesto, me aburre y no entiendo, asumí que era algo así. Mi amigo me dijo que era la despedida de Ríos, no un concierto cualquiera. Dije: “sí, claro, vamos, ¿por qué no?”.

Pasó la semana y llegó el jueves en la noche, quedé de verme con él en el auditorio. Llegué antes que mi amigo y pude darme cuenta de la “banda” a la que le gusta Miguel Ríos.

“Órale, puro ruco”, había puro señor y señora cuarentona. Como si yo fuera una joven (tengo 35 años). Aquéllos eran mis contemporáneos, pero claro, yo no me siento ni de esa edad, y no me visto ni actúo como tal. No me siento parte de esa generación. “¿A qué me vine a meter?”, pensé. La gente que había es justo la que siento que me saca ronchas. Lo veía venir: un tipo cuarentón atrapado en el rock de los 80, cantando trova.

Que equivocada estaba, mi ignorancia acerca de Miguel Ríos era tal, que cuando llegó mi amigo y me dijo que el músico tenía 67 años, no lo podía creer. Realmente era su despedida, no como esos que dicen que se van y a los dos años sacan un disco de recopilación.

Entramos al auditorio, donde mi amigo se encontró a varios amigos. Todos mostraban el mismo entusiasmo que él por presenciar la despedida del gran músico. El que influyó en su juventud y que tantos recuerdos les trae. Me imaginé que a lo largo del concierto escucharía alguna canción que me recordaría una época de mi vida, aún cuando no supiera cómo se llamaba ni que era de Miguel Ríos. Mi curiosidad empezó a despertar. Mencionaron dos nombres conocidos: “A todo pulmón” y “Santa Lucía”.

El concierto empezó tarde, tuve la oportunidad de googlear quién era Miguel Ríos. Nació en el 44, debutó a los 17. En el sitio web decía que era el padre del rock en español, o sea, ¡le debemos tanto a este hombre! Eso me entusiasmó más “creo que si valió la pena venir” volvía a pensar. Estoy despidiendo a uno de los precursores del rock en español, del cual he de admitir que fui fan en los 80. Compraba todos esos cassettes en el mercado: Enanitos Verdes, Charly García, Hombres G, Kenny y los Eléctricos, etc.

El concierto comenzó; un gran repertorio, trompeta, saxofón, dos guitarras, bajo, batería, percusiones, etc. Se escuchaba bastante bien, siempre he sabido que los grandes cantantes tienen buenos músicos. Los aplausos aumentaron al verlo entrar. Un hombre de 67 años con muy buena pinta, delgado, pocas canas, buena actitud. Me emocioné, me dio ternura, admiración, su buena vibra llegó hasta mi lugar.

Mucha gente no conocía la primera canción, un segundo después comenzó otra que todos corearon. Había comenzado el verdadero concierto, mi amigo me dijo al oído que con esa canción abría todos sus conciertos. El público y Ríos gritaban "buenas noches bienvenidos hijos del rock & roll”, y en el coro decía "bienvenidos", y levantaba la manita al estilo de revolución. Todos repetían lo que él hacía.

Yo siempre he sido una persona rara, las expresiones abiertas no se me dan, me cuesta trabajo echar porras, cantar las mañanitas y aplaudir en los concierto. Creo que era la única que estaba ahí, parada, viendo el espectáculo, como si estuviera en una iglesia cantando Gospel sin entender ni pertenecer, sin embargo, disfruté ver cómo los demás sí se dejaban ir y comenzaban a disfrutar y vibrar al ritmo de cada rola.

Se echó cuatro canciones al hilo, obvio ni una me supe, pero el tipo tenía una voz espectacular, bailaba feliz como un niño. Me recordaba a esos bailes de papá que provocan pena ajena pero que él disfruta y acabas disfrutando tú. No tocó algún instrumento, pero sí simulaba que tocaba la guitarra, como cuando estamos solos y nos prendemos con una canción y la hacemos de guitarristas.

Al terminar la cuarta canción hizo una pausa. Yo tenía miedo de que le diera un paro cardiaco por la velocidad, baile y voz con la que cantó. Habló con el público, agradeció la presencia, muy simpático. Cómo me gusta escuchar a los españoles hablar, su acento, sus modismos, nada más escucharlos es toda una experiencia.

El concierto continuó; mil canciones más que yo ni idea, algunas que ni el público conocía. Me concentré en escuchar sus letras y mirarlo a él, contagiarme de su felicidad, tratar de imaginar lo que estaba él sintiendo por dejar atrás tantos años de carrera y despedirse de su público en otro país. A la hora con 45 minutos de haber empezado, se fue del escenario. El viejo truco de “ya me voy…”, pero claro, nadie se la cree. Actualmente ya no lo hacen tanto, pero sí sabes que cuando prenden las luces del recinto, eso sí se acabó de verdad.

En este caso fue obvio que Ríos salió a beber agua y a tomar aliento. La gente comenzó a corear "oe oe oe Ríos, Ríos" con todo el estilo futbolero. Esas porras universales y adaptables a cualquier ocasión. Regresó a los minutos con ganas de llorar, le impresionaba escuchar a todos corear su nombre, ni lo dejaban hablar.

Las letras de sus canciones son de protesta, humanas, sobre las debilidades del hombre y su búsqueda de sentido en este gran viaje que se llama vida, ése es su estilo. A su regreso recitó un poema a capella, obra de un poeta granadino contra de la guerra en Irak. Se fraternizó con los mexicanos ante la absurda guerra que vivimos, culpó a los dirigentes por no pensar en la vida humana. Obviamente se hicieron escuchar gritos de "pinche Calderón". El poema lo recitó con el corazón, lo gritó, lo vibró, y nos lo transmitió.

Al terminar el poema entró el pianista y comenzó la canción que sí conocía, al fin, algo que yo podía cantar, “A todo pulmón”. Obviamente no la canté, porque yo no canto, soy tan tiesa que me incomodo. No me sabía ni la rola, sólo sabía que la había escuchado muchas veces. La letra de esa canción me llegaba, no sé si es esta etapa de mi vida o el concierto que me había envuelto en el mood de frases como la que dice: "Qué difícil se me hace, mantenerme en este viaje, sin saber a dónde voy en realidad…que difícil se me hace, mantenerme con coraje…".

Todos cantaban como dice la canción, a todo pulmón, fue el éxtasis del concierto. Disfruté el momento, volteé alrededor y vi a la gente envuelta en una burbuja de sentimiento, todos ahí juntos, sintiendo lo mismo al mismo tiempo.

Ríos comenzó a entonar "Santa Lucía", otra canción que me sonó familiar. La gente seguía prendida, continuaron así como tres canciones más. Llegó la canción de "Bye Bye Ríos", una rolita sumamente pegajosa y simpática, como de Warner Bros al terminar una caricatura. Nunca la había escuchado antes pero me pareció sumamente ad hoc al concierto, al personaje y a su trayectoria. Sin embargo, ésta no fue la última, todavía regaló el "Himno a la alegría", muy a su estilo. Fue un canto congruente, legítimo, acorde con su trayectoria y vida, honesto y humilde.

Viví una montaña rusa de sentimientos, épocas y momentos. Viví su trayectoria musical en dos horas y media. Fue como haber ido a una obra de teatro donde te sumerges en el personaje y aun cuando no seas compatible con su estilo de vida o de música, te envuelve, te sientes parte, ríes, lloras y te involucras.

Valió la pena ir al concierto, valió la pena ir en contra de mis prejuicios y abrir la puerta hacia algo nuevo, algo que sin saberlo me sorprendió.

Tal Vez en París

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El Viernes a las 7pm en el Centro Cultural de la Diversidad, en la calle de Colima, en la Colonia Roma, acudimos a la representación de la obra “Tal Vez en París”. Fuimos a echarle un ojo a la obra y de paso a conocer el foro, que resultó ser un lugar que vale la pena visitar por la oferta cultural.

Esta obra, escrita y dirigida por Javier Nieto,  va a gustarle a los que fantasean con las posibilidades de un reencuentro amoroso, a quienes esperan que la vida los sorprenda para bien y reúna con aquellos que aún siguiendo vivos pareciera que están muertos, porque ya no forman parte de nuestra vida.

Una pareja que estuvo casada cinco años y separada desde hace diez, se reencuentra en Paris. Al principio están sorprendidos de encontrarse ahí, tan lejos de México, así que suponen que es el destino el que ha decidido darles una nueva oportunidad.

Después de la sorpresa inicial, unas copas de vino y mucha melancolía comienzan a preguntarse si hicieron lo correcto al separarse. La maldita duda de haber tomado la decisión correcta. El ambiente romántico los embriaga, hay un frenesí de júbilo y hacen planes para pasar el resto de su vida juntos, aprovechando la “oportunidad” que les da la vida, olvidándose por completo de lo que han hecho en esos diez años, incluidas nuevas parejas, nuevos juramentos, hijos, cambios de todo tipo, que quedan en segundo plano ante la fantasía de estar juntos como si nada hubiera pasado.

Pero las diferencias comienzan a aparecer casi de inmediato y cada vez son más grandes, hasta ver de frente el espejismo que han construido entre ellos; entienden que jamás podrán estar juntos, porque nunca podrán olvidar, para eso tendrían que volver a nacer.  Las cosas que alguna vez los hicieron estar muy enamorados, ahí siguen, y las cosas por las que se separaron también. Cuando una relación se rompe, ni unos cuantos momentos de fantasía y romance en París podrán pegarlos otra vez. Al final gana la realidad, y no la fantasía: deciden pasar la noche juntos y decirse adiós para siempre, a menos que vuelvan a coincidir en París.

Me pareció que la obra está bien escrita y muestra la idiosincrasia de las parejas mexicanas, como el inevitable cobro de facturas sentimentales y el sarcasmo de volver a puntualizarlas a la menor provocación, además de la curiosidad por saber qué ha hecho aquel   o aquella con quien alguna vez fuimos tan cercanos, qué ha sido de su vida sin ti… .

Vale la pena darse la vuelta para disfrutar de la puesta en escena; más de uno seguramente se va a identificar con la  historia de una pareja que anhela la felicidad, pero sabe que es imposible, bueno, "Tal vez en Paris".

 

Sábado en el centro

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Acordamos llegar en metro. Es la mejor manera de entrar o salir del centro –léase primer cuadro del Distrito Federal. El plan original incluía la visita a dos museos, unas chelas, un recorrido por las callecitas plagadas de ofertas, maravillarnos en la Catedral y ver (a lo mejor hasta cruzar caminando) el Zócalo. En teoría todo eso es posible en un recorrido de varias horas en  el centro. Pero el centro nunca se limita a darte lo que buscas, el centro siempre te sorprende, te defrauda, te anima, te harta, te agota y te carga de energía. O sea, el centro es un caos en el que ningún plan tiene derecho a funcionar, porque en el centro pasan cosas cósmicas que nos alteran a todos, más en sábado.

Después de un largo recorrido incluidas 8 estaciones del metro, más un trasbordo, iniciamos el recorrido en el Palacio de Bellas Artes que encontramos lleno fuera, es decir, en su plaza, y vacío dentro, cosa que en lugar de funcionar como una invitación a recorrer sus tranquilas salas, fue una patada que nos lanzo al sol y a la muchedumbre ¿por qué? no lo sé, pero si ya estas en el centro, lo que te llama son las masas, la tribu. Caminamos hasta el museo de San Ildefonso. ¿Queríamos gente? Pues ahí teníamos a montones. Con todo y todo, no tardamos más de 30 minutos en cruzar la taquilla, previo pago de 45 pesotes. La exposición principal: Ron Mueck, escultor hiperrealista, australiano, divertido.


Lo interesante de ir a una exposición en sábado o domingo al centro es el doble espectáculo que te brinda por un lado la exposición y por el otro los visitantes. Los estudiantes tomando notas absurdas para comprobar sus asistencia, ya son un clásico, pero en esta exposición, me imagino que por el tipo de obras que se presentan, también había muchas familias que se habían tomado aquello como una visita al museo del horror. Por que sí, lo que hay es carne desprovista a propósito de deseo, carne fría inconciente de su propia flacidez, la desnudez de la vida cotidiana y el vértigo del juego de escalas.  Para ver cada pieza había que hacer fila y los comentarios iban desde el “mírale las uñitas”, pasando por el “fúchila de pollo”. Uno puede hacer todo tipo de interpretaciones y reflexiones en torno a la obra de Ron Mueck, eso me pareció extremadamente divertido, porque se trata de piezas de un realismo sorprendente, y porque además son absurdas, críticas, cómicas e incluso perversas. Así que dependiendo del grado de cinismo y desde luego de las ganas de deconstruir e interpretar, los visitantes pueden encontrar una exposición de piezas admirablemente bien hechas, experimentar un salto cuántico al presenciar figuras que trastocan la escala de nuestra existencia, confrontarnos con la dureza al ver un cuerpo desnudo despojado de sensualidad, brutalmente real, vulnerable y reconocible o tomar un montón de fotos simpáticas. Por todo eso, por la facilidad con la que la obra se deja apreciar y por los múltiples niveles de interpretación que permite, les aseguramos una visita cotorrona.

Apenas saliendo del museo, el cochino pecado se nos hizo presente en dos opciones: a) vasito de plástico escarchado con sal y limón, hielo en trozo y agua mineral, todo adornado con una rodaja de limón. El puesto, un carrito del supermercado adaptado. Opción b) canasta sobre huacal con papa, chicharrón y churritos, todos fritos aderezados con jugo de limón, sal y chile. Optamos por la alternativa b) + chelas.

Beber en el centro es asunto mayor y delicado, cosa de expertos, cosa de gente de pantalón largo, hay tantos lugares para hacerlo como estados de ánimo se le ocurran a la humanidad. Nosotras queríamos terraza, nada más, de preferencia algo medio impersonal, con vista al mero centro: la terraza del Centro Cultural de España. Terminamos las chelas a las 6:30 p.m. y ni siquiera habíamos completado la mitad de nuestro planeado recorrido. Al rodear Templo Mayor para llegar al Zócalo nos topamos con los concheros y sanadores, obvio tuvimos que hacernos una limpia (restriego de hierbas de olor y  sahumerio de copal); de entre todos los sanadores vestidos autóctonamente, para limpiarnos escogimos al más ruquito, bueno al más correoso, no estamos seguras de que fuera el más viejo, personalmente creo que solamente era el corrido con menos aceite, ya de cerca y viéndolo chimuelo asumí que además al copal, parecía adicto a otros vapores. Nuestro campo energético quedó rechinando de limpio por la  módica cantidad de cinco pesitos.

Ya en el zócalo nos colocamos en segunda fila para ver la ceremonia cívico-militar de bajar la bandera. El hecho nos hizo recordar momentos estúpidos de la Primaria como cuando una de nosotras (misterio) estaba en la escolta de la escuela y todos eran tan malos para marchar que siempre terminaban atropellando a los niños formados. La amenaza de lluvia nos hizo descender al inframundo del metro y abandonar El Centro. Como despedida, el corazón de la ciudad nos regaló la visión de limusinas rosas con media docena de hermosísimas quinceañeras, que la verdad parecían perritos chihuahua disfrazados de princesas.