Museo Soumaya

TENEMOS VISITAS. Ha venido una amiga desde el  Sur del mundo.

Hay que llevarla a un buen lugar para impactarla. Primero la cultura. Lógicamente, luego vendrán los chiles, los tequilas y el mariachi.

Vamos con ella al Museo del pueblo, Al famosísimo Soumaya, al lado del Costco, con vista a Polanco.

A mi amiga le impresiona  el edificio, le parece más bien un laboratorio nuclear, un búnker antiterrorismo. Pero aun así entramos y comenzamos la visita.

Desde arriba hacia abajo, y no al revés….en este lugar el orden es importante.

Buenas esculturas, imponentes piezas europeas de mármol, bronce y aleaciones en metal.

Rodin y Dalí son las estrellas, acompañados de los románticos pensamientos de Boudelaire.

No falta la pintura impresionista de fines del siglo XIX y principios del XX. Los Renoir,  Pisarro, y Van Gogh  parecen auténticos, aunque es difícil saberlo cuando uno es observador  de la belleza y no experto.

Mi amiga está encantada con los retratos decimonónicos. Son tan severos, tan puros los trazos, y tan esquivos a la emoción, que acongoja pensar en los pecados que se ocultan tras esas miradas carentes de picardía, humor y calidez.

Poco amable el Museo del Pueblo. Es de verdad un búnker mal ventilado, un caracol que baja por una cuesta empinada y donde te puedes caer si no le atinas a la pendiente, demasiado inclinada para gente mayor o con dificultad para caminar.

Seguimos cuesta abajo en la rodada y llegamos a la pintura religiosa. Allí se dividen las opiniones, a mí siempre me ha gustado el arte religioso, debe ser una forma de no estar tan lejos de lo divino ya que no practico ni me inquietan las religiones.

A mi amiga le parece espantosa, porque la verdad es bien amenazante esta expresión estética, no se puede negar el miedo que te infunden ciertas pinturas y hasta ganas de confesarse dan, antes que sea muy tarde. Allí está un excelso cuadro del Greco, con un San Pedro, de veras arrepentido.

Luego más abajo, viene un crisol curioso y hasta ingenuo. Pareciera que murió una viejita rica y legó toda su casa al museo.  Así es como de pronto te encuentras con muebles, fonógrafos, nichos con objetos religiosos, cuadritos diversos,  y hasta una gran colección de numismática que alguna esposa desesperada donó antes de matar a su obsesivo marido.

Curioso lugar este Museo del Pueblo. ¿Qué dirán de él los estetas más puristas, esos curadores europeos que seleccionan hasta el público que puede visitar sus exposiciones?…….

En todo caso, los Domingo por las mañanas, está muy concurrido, y luego, cuando terminas la visita, gratis por cierto, puedes dar unos pocos pasos y pasar al verdadero Museo del sector, la tienda departamental que está detrás del búnker.

Ese  es otro gran museo donde todos miran con interés la piezas expuestas,  los maniquíes se mezclan con vendedores de verdad, en una comedia del absurdo, en la cual nadie compra porque estamos en un país donde todavía hay 55 millones de pobres, y en este lugar, un vestido pueda costar lo mismo que un coche usado.

¡ah!, un último dato importante. Ambos museos son del mismo dueño!.

¡No dejen de visitarlos!

Firma: Una aficionada encantada.